Este fin de semana toca viaje de rigor a Sevilla, como esos que se hacían en los noventa, en pleno mes de Agosto para ver la evolución de esos nuevos proyectos, visitando a Manuel de los Ríos, a José Manuel Elena en su taller de la Calle Gran Poder, o ir hasta la trianera Calle Alfarería para ver a Antonio.
Como en ese sábado del 96, cuando la Merced ya estaba lista para volver a Almería, en ese verano lleno de ilusiones renovadas, de esperanzas puestas en el futuro, de tantos nuevos bocetos, esbozos que hacían más ligera la vuelta de nuestras imágenes.
Y es que los años pasan y esta vez toca visitar a Fernando Murciano, el padre de Zadquiel y Uriel, el que le dio sentido a las capillas del misterio, el que hizo el San Sebastián más expresivo que haya podido ver nunca.
Lo dicho, a pasar calor, pero como dice mi abuela, sarna con gusto no pica.
Como en ese sábado del 96, cuando la Merced ya estaba lista para volver a Almería, en ese verano lleno de ilusiones renovadas, de esperanzas puestas en el futuro, de tantos nuevos bocetos, esbozos que hacían más ligera la vuelta de nuestras imágenes.
Y es que los años pasan y esta vez toca visitar a Fernando Murciano, el padre de Zadquiel y Uriel, el que le dio sentido a las capillas del misterio, el que hizo el San Sebastián más expresivo que haya podido ver nunca.
Lo dicho, a pasar calor, pero como dice mi abuela, sarna con gusto no pica.
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